Una buena pizza no se queda quieta. Salta del horno a tus manos. De tus manos a otra mesa. Y de esa mesa a la madrugada. Una buena pizza no se come con cubiertos. Se agarra así nomás, se dobla y te mancha. Una buena pizza no se quiere compartir... Pero tampoco se le niega a nadie. Y si está tan buena que te quema la lengua... Bueno, te la bancaste. Porque una buena pizza está donde hay quilombo. No pide permiso. Se manda. No se adapta. Se impone. No se come tranqui, se devora. Una buena pizza, es la Baldoria.